Encargue una Misa por los difuntos

Hoy es el día que la Santa Iglesia Católica dedica a la conmemoración de todos los fieles difuntos. TODOS hemos de morir. Antes o después. Y TODOS estamos llamados a la santidad. Pero para ir al Cielo hay que estar limpio. Totalmente limpio. Dice Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia, que, de las muchas almas que vio subir al Cielo, sólo 3 dejaron de entrar en el purgatorio:

32. No quiero decir más de estas cosas; porque, como he dicho (46), no hay para qué, aunque son hartas las que el Señor me ha hecho merced que vea. Mas no he entendido, de todas las que he visto, dejar ningún alma de entrar en purgatorio, si no es la de este Padre y el santo fray Pedro de Alcántara y el padre dominico que queda dicho (47). De algunos ha sido el Señor servido vea los grados que tienen de gloria, representándoseme en los lugares que se ponen. Es grande la diferencia que hay de unos a otros (48).

Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, Capítulo 38, n.º 32.

Si casi todo el mundo pasa por el purgatorio antes de ir al Cielo, la probabilidad de que usted y yo estemos un ratito por allí es alta. Y la probabilidad de que los difuntos con los que usted está obligado hayan pasado más o menos tiempo o sigan allí, también. Aunque sean sacerdotes o religiosos o parezcan muy santos externamiente, Dios tiene que purificar el interior. Que no siempre está del todo limpio. Lo explica de nuevo Santa Teresa (la negrita es nuestra):

26. Ya que he comenzado a decir de visiones de difuntos, quiero decir algunas cosas que el Señor ha sido servido en este caso que vea de algunas almas. Diré pocas, por abreviar y por no ser necesario, digo, para ningún aprovechamiento.

Dijéronme era muerto un nuestro Provincial (37) que había sido, (y cuando murió, lo era de otra Provincia), a quien yo había tratado y debido algunas buenas obras. Era persona de muchas virtudes. Como lo supe que era muerto, diome mucha turbación, porque temí su salvación, que había sido veinte años prelado, cosa que yo temo mucho, cierto, por parecerme cosa de mucho peligro tener cargo de almas, y con mucha fatiga me fui a un oratorio. Dile todo el bien que había hecho en mi vida (38), que sería bien poco, y así lo dije al Señor que supliesen los méritos suyos lo que había menester aquel alma para salir de purgatorio.

27. Estando pidiendo esto al Señor lo mejor que yo podía, parecióme salía del profundo de la tierra a mi lado derecho, y vile subir al cielo con grandísima alegría. El era ya bien viejo, mas vile de edad de treinta años, y aun menos me pareció, y con resplandor en el rostro. Pasó muy en breve esta visión; mas en tanto extremo quedé consolada, que nunca me pudo dar más pena su muerte, aunque veía fatigadas personas hartas por él, que era muy bienquisto. Era tanto el consuelo que tenía mi alma, que ninguna cosa se me daba, ni podía dudar en que era buena visión, digo que no era ilusión.

Había no más de quince días que era muerto. Con todo, no descuidé de procurar le encomendasen a Dios y hacerlo yo, salvo que no podía con aquella voluntad que si no hubiera visto esto; porque, cuando así el Señor me lo muestra y después las quiero encomendar a Su Majestad, paréceme, sin poder más, que es como dar limosna al rico. Después supe porque murió bien lejos de aquí la muerte que el Señor le dio, que fue de tan gran edificación, que a todos dejó espantados del conocimiento y lágrimas y humildad con que murió.

28. Habíase muerto una monja en casa (39), había poco más de día y medio, harto sierva de Dios. Estando diciendo una lección de difuntos una monja, que se decía por ella en el coro, yo estaba en pie para ayudarla a decir el verso; a la mitad de la lección la vi, que me pareció salía el alma de la parte que la pasada y que se iba al cielo. Esta no fue visión imaginaria como la pasada, sino como otras que he dicho; mas no se duda más que las que se ven (40).

29. Otra monja se murió en mi misma casa: de hasta dieciocho o veinte años, siempre había sido enferma y muy sierva de Dios, amiga del coro y harto virtuosa. Yo, cierto, pensé no entrara en purgatorio, porque eran muchas las enfermedades que había pasado, sino que le sobraran méritos. Estando en las Horas (41) antes que la enterrasen, habría cuatro horas que era muerta, entendí salir del mismo lugar e irse al cielo.

30. Estando en un colegio de la Compañía de Jesús (42), con los grandes trabajos que he dicho tenía algunas veces y tengo de alma y de cuerpo, estaba de suerte que aun un buen pensamiento, a mi parecer, no podía admitir. Habíase muerto aquella noche un hermano (43) de aquella casa de la Compañía, y estando como podía encomendándole a Dios y oyendo misa de otro padre de la Compañía por él, diome un gran recogimiento y vile subir al cielo con mucha gloria y al Señor con él. Por particular favor entendí era ir Su Majestad con él.

31. Otro fraile de nuestra Orden, harto buen buen fraile (44), estaba muy malo y, estando yo en misa, me dio un recogimiento y vi cómo era muerto y subir al cielo sin entrar en purgatorio. Murió a aquella hora que yo lo vi, según supe después. Yo me espanté de que no había entrado en purgatorio. Entendí que por haber sido fraile que había guardado bien su profesión, le habían aprovechado las Bulas de la Orden para no entrar en purgatorio (45). No entiendo por qué entendí esto. Paréceme debe ser porque no está el ser fraile en el hábito digo en traerle para gozar del estado de más perfección que es ser fraile.

Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, Capítulo 38, nn.º 26-31.

Por eso es necesario rezar por las almas del purgatorio. Y la mejor manera de rezar por ellos es ofrecer la Santa Misa. Si usted no es sacerdote, tendrá que encargarla. ¿Y eso cómo se hace? Mucho mejor que nosotros lo explican en la Parroquia de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Santa Edith Stein), Patrona de Europa. Haga clíck aquí, infórmese, vaya a su Párroco o al sacerdote de su confianza, y encárguele HOY una Misa por las almas del purgatorio.

Él no le pedirá estipendio, pero no sea usted rácano y dele como estipendio más o menos lo que usted se hubiera gastado en comer fuera. Coma hoy en casa y ofrezca ese sacrificio. Dios se lo pagará. Y paga muy bien. Saldrá usted ganando.